martes, septiembre 12, 2006

MILONGA DE LA PLAZA

En diciembre se van a cumplir 2 años de una de las puebladas más significativas que ha dado el Tango en Córdoba en este nuevo milenio: La milonga abierta de la Plaza San Martín. Funciona todos los sábados desde las 21hs hasta que la última pareja de baile escapa entre la oscuridad de la noche (episodio que suele darse cercano a las 3 de la madrugada).
Entre las 21hs y las 3 h. ocurren un sinnúmero de fenómenos, faunas y floras; como la paulatina llegada de feligreses que antes de saludar entran bailando desde cualquiera de los cuatro accesos de la plaza hasta el centro. La sistemática libertad de abrazos que pasean entre mástiles y miradas. El crisol de razas y edades unidos por la misma pasión: los que son profesionales, los que bailan sentido, los que se animan al primer paso, los que se muestran, los que pasan, los que se quedan, los que se divierten, los que aman, los que dejaron de amarse, los que peinan canas, los que peinan gel, los que miran, los que hacen la previa para salir a otro rumbo, los que entienden que el tango es el “único rumbo”, los que se conocen, los que se reconocen, los que hacen figuras, los que son figuritas, los que se identifican, los que creen sin haber visto, los que creen cuando vieron. En definitiva, los que se abrazan.
No ha sido tarea fácil sostener este espacio, que sorteó semana a semana, el frío, el calor, la falta de luz, actos, paros, fallas en el sonido, traslados a otros rincones de la plaza etc. Sin embargo, en militancia del furor mas intenso que cada uno lleva dentro, se sostuvo la Milonga, como estandarte de un extraño “somos todos y es de todos”.
Pero resulta imprescindible dar un nombre. Pedro Torrejón, actual columna vertebral que a fuerza de sacrificios personales sostiene el sonido, la música y el “si” fácil, ante el tribunero “Uno más y no jodemos más”.
Algunas pinceladas en el tiempo, rememoran a la murga que toco sorpresivamente, entre miradas y tabores de San Vicente; al Cordobés primer campeón del mundo, que se bailó unos tangos antes de su gira por Japón, al Italiano que turista se quiso llevar algunas chichises a Turín, al dúo de bandoneón y guitarra que tocaron por amor a la Plaza.
Dentro de las costumbres, nacen también los mitos y las leyendas como los que juran haber visto a San Martín bajarse del caballo para bailar al compás de LA YUMBA, el fantasma de Ciriaco Ortiz silbando una melodía bajando desde barrio Guemes, o la novia que antes de subir al altar en la Catedral se bailó sus últimos tangos desesperados.Pero como todo fenómeno social cuenta con un principio, y ese momento mítico originario, se debe a la Academia “Trasnochando”: a José Espeche y Carlos Toledo. Quien inquieto por aquel aniversario del tango de diciembre de 2004 presentó un pedido Municipal y cual Jerónimo Luis de Cabrera, se afinco en la plaza, marcó una cruz en el suelo, colocó el sonido...y se escuchó por primera vez, para no irse más, el primer tango. Los más románticos sostienen que fue “HOTEL VICTORIA” por el Nuevo Quinteto Real, haciendo honor a uno de los tangos mas emblemáticos compuestos en la Docta. Curiosamente el hotel al que se hace alusión queda a una cuadra de la PLAZA.